KM 0

Hasta que llegó el día. La peregrinación por tierras de Asia Menor y Oriente próximo comenzó. Escribo estas primeras líneas sentado en un banquito del aeropuerto de Sao Pablo, Brasil, mientras observo ir y venir a los incontables aviones que aterrizan y despegan por la pista. Me toca esperar 20 horas hasta que llegue mi turno de volar, cruzar el Atlántico y, una vez en tierra, entregarme en cuerpo y espíritu a la aventura indefinible que me aguarda.

Mientras, dejo que el tiempo corra y personas de todo el mundo van y vienen de una punta del aeropuerto a la otra en búsqueda de sus conexiones, repaso en mi cabeza el pequeño itinerario planeado desde hoy hasta llegar al punto de partida de la travesía, luego será el propio viaje, y las personas que la ruta me presente, lo que determinará día a día el camino que marcará mi destino.

La primer parada, a modo de prefacio de la aventura a emprender en el mundo islámico, es en Barcelona donde estaré no más de cuatro días. Luego un vuelo a Turquía que me dejará en el lugar donde inicia la historia de este viaje, la ciudad cuyas murallas han protegido distintos imperios y civilizaciones en el transcurso de la historia, Estambul, antiguamente, la gran Constantinopla.

No puedo más que imaginarme vagabundear por donde alguna vez pasó Alejandro Magno derrotando, conquistando, construyendo y destruyendo lo que encontrara a su paso, o los pueblos y ciudades donde reposó su mirada Marco Polo para luego describirlo con lujo y detalle en su cautiverio en Génova, o aquellos territorios codiciado por árabes, persas, mongoles, griegos , romanos y otomanos por nombrar algunos. Caminar y sumergirme en una cultura totalmente desconocida por mí, como también juzgada y condenada por la mayoría en occidente. Caminar perdido en el tiempo, tanto en la historia maravillosa que abraza cada rincón de esta región como también en el presente que viven las millones de personas que lo habitan, con sus alegrías y tristezas, sus deseos y frustraciones. La voz que suena en el parlante del aeropuerto me devuelve a la realidad, es el último llamado para embarcar. Tomo mis cosas y me dirijo, con una sonrisa disimulada en el rostro, hacia el avión que me arrancará de mi tierra amada y me llevará a territorios lejanos y extraños cuyos secretos y misterios me están esperando.